miércoles, 20 de febrero de 2013

Mi planta de naranja lima - Recuerdos de infancia

"En nuestra calle había un tiempo para cada cosa.  Tiempo de bolitas.  Tiempo de trompos.  Tiempo de coleccionar fotos de artistas del cine.  Tiempo de cometas, que era el más lindo de todos.  Los cielos se veían cubiertos en cualquier parte por cometas de todos los colores.  Cometas lindas, de todas las formas.  Era la guerra en el aire.  Los cabezasos, las peleas, los enredos y los cortes.  (...)

(...) De repente Minguito se convirtió en el más lindo caballo del mundo, el viento aumentó y el pasto, medio ralo, se transformó en una planicie inmensa, verde.  Mi ropa de cowboy estaba enjaezada de oro.  Relampagueaba en mi pecho la estrella de sheriff."

del libro "Mi planta de naranja lima" de José Mauro de Vasconcelos

Leí este libro teniendo unos 12 o 13 años.  Fue un poco por obligación, porque formaba parte de "los deberes" de la clase de "Idioma español" : había que leer un libro por mes, elegido entre los que formaban la mini biblioteca que habíamos creado en la clase.  Como si hubiese sido ayer me acuerdo que una amiga al verlo me comentó que ese libro se lo habían regalado a su madre cuando estaba embarazada, y que era muy triste. 
Era cierto.  Nunca, hasta ese momento, había llorado tanto leyendo un libro.

Por esas casualidades de la vida, volví a encontrarme con este libro hace poco tiempo.  Los fragmentos que copié y comparto con ustedes son de los más alegres.  Personalmente me llenan de una linda nostalgia de infancia.
También en mi infancia había "tiempos de..."  Agregaría el tiempo de yoyos, tiempo de elásticos, tiempo de rayuelas, tiempo de "tengo, tengo, me falta" (incluía intercambio de figuritas, de pegotines, de papelitos, de chapitas, colección de cualquier cosa...), tiempo de la mancha (con sus múltiples versiones), tiempo de escondidas, tiempo de poli-ladron, ... tantos juegos hasta que llegaron las computadoras y juegos electrónicos.

Vista de la Fortaleza desde la entrada al Cerro

El segundo párrafo es el que más me llega, me conmueve.  "Minguito" es el nombre que Zezé (el niño que relata en primera persona) le da a su pequeño árbol de naranja-lima.
En casa de mis abuelos solía treparme a una higuera, a la cuál nunca le puse nombre, pero solía jugar igual que lo hacía Zezé.  Desde lo alto de la higuera veía la fortaleza del cerro (emblema de Montevideo) y eso me llenaba de felicidad.
Pero llegó el día en que el vecino del fondo subió el muro unos metros y nunca más pude tener esa vista de la fortaleza.  Y nunca más me subí a la higuera.  Fue el adiós a mi infancia.

 




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